De nuevo, salimos temprano, en esta ocasión, la hora de salida son las 5.30 para ver el templo de Edfú, dedicado al dios Horus, hijo de Isis y Osiris, y uno de los que mejor se conservan. Para llegar allí, nos dividimos en grupos de tres personas y nos subimos a unos tuk-tuk que nos llevan hasta el templo en menos de diez minutos. El viaje en tuk-tuk es toda una experiencia, adelantándose los unos a los otros y recorriendo las calles sin asfaltar de Edfú a toda velocidad.

El templo de Edfú lo abren a las 6.00 y es la vez que más turistas vemos en un templo, ya que en el resto de templos hemos estado prácticamente solos. Aún así, en ningún caso la visita se hace agobiante y podemos ver las distintas salas del templo y apreciar todos los jeroglíficos del templo que, junto con las explicaciones de nuestro guía Rashedy, nos hacen seguir ver las paredes del templo como un cómic con más de 2.000 años de antigüedad. Disfrutamos de cada rincón del templo y aprovechamos los relieves de las paredes para hacer mil y una fotos.

Finalizada la visita, de nuevo nuestros tuk-tuk nos dejan de regreso en nuestro barco, ya listos para zarpar rumbo a Luxor. Por delante tenemos unas seis horas de navegación, incluido el paso por la exclusa de Esna, construida para que los barcos puedan salvar un desnivel de 8 metros sobre el río Nilo.

Teniendo en cuenta que tenemos muchas horas por delante navegando, aprovechamos para disfrutar de la piscina y las tumbonas que hay en la cubierta del barco y entablar conversación con  el resto de integrantes de nuestro grupo. Aunque ya lo intuíamos, en ese momento, empezamos a apreciar la suerte que hemos tenido con el grupo que nos ha tocado, ya que son todos encantadores y juntos formamos un grupo muy divertido.

Mientras recorremos el Nilo, en numerosas ocasiones se enganchan a nuestro barco pequeñas embarcaciones a remos desde las que nos ofrecen chilabas, manteles y otras piezas de tela para comprar desde el barco. La verdad es que resulta muy curioso porque si alguien tiene interés por alguna prenda en cuestión, los vendedores con gran pericia la lanzan hasta la cubierta del barco y, si se llega a un acuerdo con el precio, se devuelve la bolsa que contenía la prenda con el dinero dentro, en caso contrario lo que se lanza es la prenda de vuelta. Los vendedores tienen una gran puntería, los compradores detectamos que no tanta… 😛

Barca de vendedores

Aproximadamente a las 12.00 llegamos a la exclusa de Esna, teniendo por delante, 7-8 barcos, por lo que nos comentan que nos toca esperar aproximadamente dos horas para pasar, que era lo que habían calculado desde el inicio. Una vez pasada la exclusa, tenemos por delante otro ratito de navegación, así que tras comer, aprovechamos para descansar un poco.

Pasando la exclusa de Esna

Llegamos a Luxor cuando cae el sol y nuestro guía nos da la posibilidad de elegir si queremos visitar Luxor de noche o bien preferimos hacerla al día siguiente a primera hora. Teniendo en cuenta la agenda de visitas del día siguiente y lo que disfrutamos viendo Kom Ombo iluminado, ni nos lo pensamos, nos apuntamos de cabeza a hacer la visita nocturna de Luxor y la verdad que fue todo un acierto. Las esculturas de su fachada iluminadas son todavía más impresionantes que de día (al día siguiente tuvimos la oportunidad de pasar por delante bajo la luz del día) y el paseo de las esfinges da una idea de la magnitud e importancia que tuvo este templo. Como curiosidad, el obelisco del templo de Luxor tiene un gemelo que actualmente se puede ver en la plaza de la Concordia de París. Tras las explicaciones de rigor de las historias que rodean el templo, aprovechamos para sacar fotografías de cada ángulo del templo.

Finalizada la visita, un autobús nos lleva de regreso a nuestro barco, donde tras cenar subimos a tomar algo a la cubierta del barco, aprovechando la temperatura tan agradable que tenemos y disfrutar de las vistas al Nilo y de ahí, a por un sueño reparador.

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