Una buena manera de conocer Venecia, sus barrios y su historia, así como las islas que la rodean es dedicarle tres días para recorrer sus calles y canales. A continuación, responder a la pregunta de qué ver en tres días en Venecia no es sencilla, pero os dejamos una propuesta de itinerario a partir de nuestra experiencia. Esperamos que os resulte de utilidad 😉
Primer día: San Marcos y alrdedores
El primer día os recomendamos que hagáis una primera aproximación a Venecia y disfrutéis de ese primer contacto con el encanto de sus calles. Nada mejor para sentir la magia de Venecia que acercaros hasta la Plaza de San Marcos, su punto neurálgico, por tanto, os recomendamos que la primera jornada se la dediquéis a la plaza y sus monumentos.
Cannaregio
La mañana del primer día, en nuestro caso, la empleamos en viajar de Madrid a Venecia. Nuestro vuelo está programado para las 8.45 y a las 11.10 llegamos puntuales al aeropuerto de Venecia. Acto seguido nos dirigimos a la terminal de Alilaguna a tomar el vaporetto que nos llevará hasta Fondamente Nove, la parada más próxima a nuestro hotel situado en el barrio de Cannaregio.
Tras dejar las maletas, optamos por llenar el estómago en uno de los restaurantes que hemos visto cerca del hotel antes de comenzar a explorar la ciudad.
San Marcos
Una vez con las pilas cargadas, decidimos que no podemos esperar más para conocer la Plaza de San Marcos y sus monumentos. Así que allí nos dirigimos, disfrutando del trayecto a pie y de cada una de las calles, puentes y canales surcados por góndolas.
La Plaza de San Marcos es todavía más impresionante de lo que nos habíamos imaginado y, aunque hay gente, es tan grande que no resulta agobiante en ningún momento. Allí, aprovechamos para admirar:
- La torre del reloj, con sus dos esculturas de bronce encargadas de tocar las campanas cada hora y su esfera recubierta de oro.
- El campanile, campanario de la basílica de 99 metros de altura y al que podéis subir para disfrutar de las vistas que ofrece la laguna. Si queréis escuchar sus campanas, solo suenan dos veces al día, a mediodía y a medianoche.
- La basílica de San Marcos y su impresionante fachada. Visitarla es imprescindible, pero nosotros preferimos visitarla al día siguiente.
- Sus cafés, siempre repletos de gente, donde destaca el café Florian entre ellos.
- La placita de los leoncitos, situada al lado de la basílica y decorada con esculturas de pequeños leones.
- Y como no, el impresionante Palacio Ducal.
Palacio Ducal
Después de dar una vuelta de 360 grados alrededor la plaza de San Marcos, procedemos a entrar al Palacio Ducal, donde lo primero que nos impresiona es su gran patio. Recorremos las diferentes estancias que conforman el recorrido que dan muestras del gran poder que albergaron sus paredes en la época de máximo esplendor de esta ciudad Estado. En el recorrido atravesamos el conocido como puente de los suspiros, debido a los suspiros que exhalaban los prisioneros antes de entrar a su celda en la prisión del palacio ducal ya que no volverían a ver la luz del sol.
Tras finalizar la visita y antes de visitar el resto de museos incluidos en la entrada del Palacio Ducal, decidimos hacer un descanso tomándonos un helado al borde de una confluencia de canales, mientras vemos pasar las góndolas frente a la casa donde vivió Casanova.
Museos Plaza de San Marcos
Con un poco menos de calor en el cuerpo, continuamos nuestra visita recorriendo el Museo Correr, que está conectado con el Museo Arqueológico Nacional, donde se pueden observar muchas esculturas de la época romana, y la Biblioteca Marciana, todos incluidos en la entrada del Palacio Ducal. De los tres, el que más nos gustó fue el Correr que incluía las estancias donde se alojaba Sissi Emperatriz en la época. Las salas de los otros museos, las recorrimos rápido.
Terraza panorámica
Una vez recorridos los museos de la Plaza San Marcos nos dirigimos hacia el famoso puente de Rialto que atraviesa el gran canal y alberga distintas tiendas en su interior. Justo al lado se encuentra el centro comercial T Fontaine de Teische, que guarda un secreto en su planta superior, y es que tiene una terraza con unas vistas impresionantes de 360 grados de Venecia, destacando sobre todo la vista al gran canal. El acceso a la terraza es gratuito, pero tenéis que reservar la visita con antelación (nosotros la reservamos unos días antes por su página de internet). Con la reserva tenéis derecho a 15 minutos de acceso a la terraza, que son más que suficientes para disfrutar de sus maravillosas vistas sobre el gran canal y los tejados y Venecia y hacer un montón de fotos.
Barrio de San Polo
Una vez abandonamos el centro comercial, procedemos a cambiar de barrio y nos adentramos en San Polo, tras cruzar el puente de Rialto. Atravesamos el mercado, que a esas horas no tiene ya puestos y nos dirigimos a cenar a la Cantina Do Spade, que nos la habían recomendado por sus famosos ciccheti (tapas).
Después de cenar y antes de dirigirnos a nuestro hotel a descansar, nos sentamos en el borde del gran canal dejando el mercado del pescado a nuestra espalda con vistas a Ca D’oro y disfrutamos del atardecer de la tranquilidad que se respira en esos momentos.
Cuando ya cae la noche, volvemos a cruzar el puente de Rialto, esta vez dirección a nuestro hotel para descansar y recuperar fuerzas para seguir recorriendo Venecia al día siguiente.
Segundo día: los distintos barrios de Venecia
Plaza de San Marcos
En nuestro segundo día en Venecia decidimos madrugar para poder disfrutar durante un par de horas de la ciudad prácticamente solos. Nos acercamos a la plaza de San Marcos con una idea de foto en la cabeza. Pero cuál es nuestra sorpresa, que no habíamos previsto por dónde salía el sol y justo las fotos desde un extremo de la plaza con el campanile y la basílica de fondo salen a contraluz. A pesar de no poder sacar las fotos que queríamos, disfrutamos enormemente de la plaza para nosotros solos y unos pocos más madrugadores.
Aprovechando la tranquilidad de las calles, recorremos los alrededores de la plaza de San Marcos y nos acercamos hasta el palacio de Fortuny y a ver la fachada de la Fenice. Deambulamos un poco más hasta regresar de nuevo a nuestro hotel para desayunar y descansar un poco.
Basílica de San Marcos
De nuevo nos ponemos en marcha que hoy nos espera un día intenso recorriendo los barrios de San Polo, Dorsoduro y Castello. Pero antes, nos acercamos a conocer el interior de la basílica de San Marcos, toda ella llena de teselas de oro formando unos mosaicos impresionantes.
Como curiosidad, cuando os acerquéis a la basílica, fijaos en la cuádriga de caballos que la culminan. Se dice que antiguamente decoraban el hipódromo de Alejandría. Hoy los que se ven en la fachada son una réplica y los auténticos se pueden observar en el museo del interior de la basílica que, además, ofrece unas vistas magníficas a la plaza de San Marcos. El acceso a la basílica es gratuito, pero si queréis ahorraros la cola como hicimos nosotros, no os perdáis esta entrada en la que os explicamos cómo hacerlo.
Puente y Mercado de Rialto
Acabada la visita a la basílica, cruzamos el puente de Rialto para ver su mercado. Habíamos leído que era muy interesante ver los puestos de fruta, verdura y pescado, pero la verdad es que a nosotros nos pareció bastante decepcionante en comparación con los mercados que habíamos visto en otras ciudades.
Recorriendo San Polo
Seguimos nuestra ruta por San Polo, recorriendo sus callejuelas hasta llegar a la Basílica de Santa María di Frari, una iglesia preciosa, y la Scuola Grande di San Rocco (aunque a esta no entramos). Como el calor aprieta, hacemos un alto en el café Adagio, un pequeño y coqueto local, donde tomamos un par de vinos y dos ciccheti (una de bacalao y otra de alcachofas y brie). Todo muy rico y bien de precio (teniendo en cuenta que estamos en Venecia). Nos costó 3 euros cada copa de vino y los cichetti eran a 1,5 cada uno.
Puente de la Academia y Dorsoduro
A continuación, seguimos nuestra ruta y dejamos atrás el barrio de San Polo para adentrarnos en el de Dorsoduro hasta llegar a la Academia. En la Academia, aprovechamos para subir al puente para admirar las casas y palacios que bordean el canal, a cada cual más imponente. Después de disfrutar de estas magníficas vistas, volvemos al Dorsoduro para seguir recorriendo sus calles hasta llegar a la iglesia de Nuestra María de la Salud y admirar tanto su exterior como su interior. Se puede acceder a la iglesia de manera gratuita y admirar algunos de los fantásticos cuadros que guarda en su interior, entre otros, obras de Tiziano o Luca Giordano. Pagando una entrada aparte se pueden ver hasta 13 obras más de Tiziano.
Aprovechamos a hacer alguna foto por el barrio, teniendo en cuenta que reina la paz y la tranquilidad en esa zona y el tipo de edificios son diferentes a los que hemos podido ver en otros barrios, en este caso, caracterizados por su ladrillo rojizo.
Habiéndosenos echado encima la hora de la comida, nos ponemos a buscar un restaurante por la zona donde comer. Nos decantamos por el restaurante Messner y comemos en su agradable patio. Como no tenemos excesiva hambre tras haber picado algo a media mañana, pedimos una ensalada de burrata y anchoas (deliciosa) y unos espaguetis negros con sepia (nada destacable), ambos platos para compartir. Decidimos que, en vez de tomarnos un postre en el restaurante, dejamos hueco para un helado por el camino 😉
Scala Contarini del Bovolo y librería Acqua Alta
Para regresar al barrio de San Marcos, tomamos un traguetto con el que cruzamos el Gran Canal en góndola.
De vuelta en el barrio de San Marcos, nuestra primera parada es la Scala Contarini del Bovolo, escondida en un jardín, es una escalera preciosa que, incluso, sin acceder a su interior merece la pena acercarse a verla de cerca.
A continuación, ponemos dirección a la librería Acqua Alta, una librería preciosa, repleta de libros y de curiosidades que esconde rincones preciosos y muy fotografiables. Son míticas las fotos en su pila de libros antiguos y o subirse a la góndola que tienen amarrada a la librería.
Por el camino hacia la librería, hacemos una parada en la heladería Venchi, donde disfrutamos de un helado riquísimo. Después de finalizar nuestra visita a la librería ponemos rumbo al barrio de Cannaregio y optamos por descansar un poco en el hotel, ya que el calor aprieta y con la humedad que desprenden los canales, se hace insoportable el seguir recorriendo sus calles.
Castello y el arsenal
Después de descansar un poco en el hotel, retomamos nuestra visita por Venecia, esta vez recorremos las calles del barrio del Castello, llenas de vida, hasta llegar al Arsenal. Desde allí, ponemos rumbo a la zona donde están los pabellones de la Bienal de Arte, para ver la obra efímera “Building Bridges”, un puente de brazos del artista Lorenzo Quinn. Llegar hasta donde estaba la obra nos costó un buen paseo de 40 minutos, descubriendo la Venecia más desconocida, pero una vez llegamos, mereció realmente la pena: no había nadie más que nosotros allí y pudimos disfrutar completamente a solas de la obra que, con la luz del atardecer y la tranquilidad del lugar, lucía todavía más bonita. Para volver, tomamos un vaporetto que nos dejó en poco tiempo de vuelta en nuestro hotel (¡ay, si lo hubiéramos sabido antes, la caminata que nos habríamos ahorrado!).
Nuestra idea esa tarde era también visitar la iglesia de San Giorgio Maggiore, para ver la ciudad desde otra perspectiva, pero ya se nos hizo tarde y la tuvimos que omitir. A cambio, tomamos un vaporetto desde la parada de nuestro hotel que nos permitió bordear toda la ciudad para acabar en la Plaza de San Marcos, al mismo tiempo que iba cayendo la noche.
Venecia de noche
La Plaza de San Marcos, recién caída la noche desprendía muchísima vida y las orquestas animaban con su música cada una de las terrazas de los cafés. Había quien incluso se animaba a bailar al son de su música. A nosotros, nos gustó especialmente una orquesta que tocaba las bandas sonoras de películas famosas.
Cuando nos quisimos dar cuenta, eran las diez de la noche y nuestros estómagos rugían, así que optamos por cruzar el Puente de Rialto y acercarnos al barrio de San Polo a cenar, ya que hay más oferta y los restaurantes tienen precios más asequibles que en los alrededores de San Marcos.
Por casualidad descubrimos un bar llamado Ai dochi, y nos pedimos la pizza con el mismo nombre que el restaurante en su terraza. No sabemos si fue el hambre o qué, pero la pizza nos supo a gloria, estaba realmente buena y además a un precio fantástico. Desde luego, si volviéramos a Venecia repetiríamos lugar y pizza.
Después de cenar y teniendo en cuenta la intensidad del día, pusimos rumbo de vuelta a nuestro hotel, pero cuál fue nuestra sorpresa que por el camino encontramos un local súper animado (Osteria All’alba) para tomar una copa o un vino, con DJ en directo y gente bailando en la calle. Con esa animación y siendo sábado por la noche, no podíamos irnos a dormir, así que nos quedamos un rato tomando una copa y bailando todo lo que ponían.
Cuando ya estábamos rendidos, nos arrastramos hasta nuestro hotel para, ya por fin, caer en brazos de Morfeo a descansar y es que, la aplicación del móvil nos marcó que habíamos recorrido ese día 22,5 km, para que luego digan que Venecia es pequeño…
Tercer día: las islas de la laguna
Nuestro último día lo dedicamos a conocer las islas de Burano y Murano. Aunque hay excursiones que gestionan esta visita, nosotros preferimos hacerlo por nuestra cuenta, si vosotros también queréis hacerlo por libre, en esta entrada os explicamos cómo.
Burano
Para ello, tomamos a primera hora un vaporetto hasta la isla de Burano, una preciosa isla famosa por sus casitas de colores. La isla es pequeña y se recorre en poco tiempo. Nosotros dedicamos como hora y media a recorrer sus calles y hacernos mil fotos frente a las casitas de colores (un consejo, alejaros de la calle principal, estaréis más tranquilos para hacer las fotos). Después nos tomamos un spritz y una pequeña pizza a modo de aperitivo (que al final se convirtió en comida), frente a uno de sus canales.
Murano
Una vez visitada la isla, tomamos de nuevo un vaporetto para conocer la isla de Murano y ver de cerca el proceso de fabricación del vidrio. Esta isla nos llama menos la atención ya que la estética es muy similar a Venecia. Aprovechamos a entrar en un taller de vidrio (el taller de Gino Mazzucato) y vemos el proceso del soplado. Cuando nos hemos cansado de recorrer la isla, tomamos un nuevo vaporetto que nos devuelve a Venecia.
Despedida…
Teniendo en cuenta que esa tarde tomábamos un autobús a las 17.00 que nos llevaría hasta Croacia que era nuestro siguiente destino vacacional, no tenemos mucho tiempo para demorarnos en la ciudad. Aun así, decidimos volver a la Plaza de San Marcos por última vez para despedirnos y también al puente de Rialto y tomar alguna foto más para el recuerdo.
Y hasta aquí nuestro viaje a Venecia, una ciudad que, a pesar del calor, nos ha enamorado y a la que no nos importaría volver.