A las 7.00 de la mañana salimos puntuales para dirigirnos hacia las pirámides, la visita más anhelada del viaje y donde podremos ver en directo la única de las maravillas del mundo antiguo que se conserva y que tanto hemos visto representada en los libros desde que éramos pequeños.
Según nos vamos aproximando a recoger a los compañeros que están en el otro hotel (Mercure), vemos como en el horizonte se empieza a divisar la silueta de las pirámides y sus 45 siglos de historia. Sin embargo, la calima dificulta en cierta medida apreciarlas en toda su plenitud, aunque ello no nos impide disfrutar del momento.
Una vez pasamos el control de acceso a la meseta de Giza, nos encontramos frente a frente con la pirámide de Keops, la mayor de todas. Cuando planeábamos el viaje, aunque estábamos deseando conocer de cerca las pirámides, teníamos miedo de que, una vez frente a ellas y tras haberlas visto tanto en libros y documentales, nos pudieran decepcionar y no fueran para tanto. Sin embargo, en cuanto nos encontramos a los pies de la pirámide de Keops, la vista que tenemos ante nosotros no puede ser más impresionante, es todavía más grande de lo que pensábamos, tanto que nos cuesta encontrar el ángulo en las fotos para poderla sacar entera.
Tras admirar de cerca la pirámide de Keops nos dirigimos a conocer la de Kefrén, su hijo. Esta pirámide aunque más pequeña que la de Keops, supera en altura a la de su padre, y es que Kefrén, muy astuto él, decidió construir su pirámide sobre un terreno más elevado. Esta pirámide, además, conserva en su parte superior todavía parte del recubrimiento que los egipcios añadían sobre la piedra para dejar sus fachadas completamente lisas.
Acto seguido, pasamos al interior de la pirámide de Kefrén. En nuestro caso, el acceso a la pirámide está incluido en el paquete de excursiones que cogimos pero, si no lo tenéis, es posible adquirir una entrada a parte por 100 LE. El acceso al interior de la pirámide es muy angosto y hay que recorrer un largo pasillo agachados. Una vez dentro, se llega a una cámara en la que hay está su sarcófago y donde no deja de impresionar pensar en la antigüedad de este espacio y que estamos rodeados de toneladas de piedras.
Una vez fuera del interior de la pirámide de Kefrén, nos dejan tiempo libre para tomar fotos tanto de esta pirámide como de la de Keops, al estar ambas muy cerca la una de la otra. Aprovechamos para captarlas desde todos los ángulos posibles y acercarnos para comparar nuestra altura con la de las pirámides.
De ahí nos dirigimos al mirador panorámico de las pirámides, desde donde tenemos una visión de las tres pirámides juntas: Keops, Kefrén y Micerinos, es decir, padre, hijo y nieto juntos. Lástima la calima que nos impide apreciarlas con nitidez, aún así no dejamos de inmortalizarlas con nuestras cámaras y aprovechamos para hacer una foto de grupo completo, ya que no teníamos ninguna hasta ahora.
La siguiente parada en nuestra visita por las pirámides es frente a la famosa esfinge, cuya cabeza representa a Kefrén (como curiosidad, la barba se conserva en el British Museum en Londres). Por supuesto, aprovechamos para hacer mil y una fotografías y aún así nos parecen pocas.
Finalizada la visita a las pirámides, regresamos a nuestro autobús para dirigirnos a la siguiente parada del día, en este caso una fábrica de papiro (de nuevo, una parada comercial de esas que nos dan tanta pereza). Allí, nos explican el proceso de fabricación de los papiros y tenemos oportunidad de comprar alguno de recuerdo. En esta ocasión, picamos y compramos tres papiros que, junto con unos imanes que compraremos en el mercado de Khan el Khalili, serán el único recuerdo que traigamos del viaje.
Una vez salimos de la fábrica de papiros, el grupo se divide ya que no todos los integrantes tienen incluida la excursión a Memphis y Sakkara. En esta segunda parte de la mañana, nuestra primera parada es Memphis, la primera ciudad imperial del mundo, fundada en torno al año 3.100 aC por el rey Menes. En su museo se puede ver una preciosa esfinge de alabastro en el jardín y un inmenso coloso de caliza de Ramsés II cuando era joven.
Muertos de hambre, nos dirigimos a nuestro autobús nos lleva al restaurante Pharoas Tourist Restaurant, en Sakkara, donde disfrutamos de un fantástico almuerzo local, compuesto por distintos platos de mezze, falafel, arroz y una parrillada de carne que incluye kefta (brocheta de carne picada) y pollo, además de fruta de postre. La verdad es que nos sorprende gratamente el restaurante, ya que por norma general los restaurantes orientados a grupos de turistas suelen ser bastante decepcionantes y este no es el caso. Además, el servicio es atento y eficiente, esto último no es lo más común en los restaurantes egipcios.
Con fuerzas renovadas, vamos a continuar con nuestra ronda de visitas del día. La siguiente parada es Sakkara, donde se encuentra la pirámide escalonada de Zóser construida en el siglo XXVII por el arquitecto Imhotep y que se considera totalmente revolucionaria por ser la primera pirámide. A la pirámide de Zóser se accede tras recorrer un impresionante pasillo rodeado de columnas.
A continuación, visitamos otras tumbas del recinto de Sakkara, como son las Kagemni (antiguo visir) y Ty (peluquero real). Ambas están decoradas con maravillosos relieves que representan la vida cotidiana del antiguo Egipto, con un nivel de detalle que no deja de sorprendernos. Lástima que no esté permitido hacer fotos en su interior. Como dato curiosos, a la tumba de Ty nos acompaña un policía armado con una ametralladora que nos causa más inquietud que seguridad, y que no duda en pedir propina a nuestro guía por «escoltarnos». En fin, esto es Egipto…
Volvemos a nuestro autobús para dirigirnos de vuelta a nuestro hotel, allí, tenemos el tiempo justo para ducharnos y cambiarnos de ropa, ya que tenemos incluida una excursión por el Cairo nocturno con la que completaremos la jornada maratoniana del día.
En la visita al Cairo nocturno nos acompaña un guía diferente al nuestro (José) y nos mezclan con integrantes de otros grupos. Recorremos las calles del Cairo subidos en un autobús, mientras que José nos cuenta algunas curiosidades sobre las costumbres de los egipcios hoy en día, centrándose sobre todo en el tema del matrimonio. La visita es muy interesante, sin embargo, al recorrer el Cairo en un autobús grande, es difícil apreciar en detalle los distintos sitios por los que pasamos. Hubiéramos disfrutado mucho más de la visita en un microbús o en una furgoneta tipo van, pero aún así, resulta bastante interesante para un primer acercamiento a las calles del Cairo.
Pasamos por delante de la ciudadela y de la Mezquita de Mohammed Ali cuya iluminación la hace todavía más espectacular, también recorremos las calles de la ciudad de los muertos y nos apeamos del autobús cerca de la plaza Hussein. Recorremos paseando la calle Al-Muizz, una de las calles más antiguas del Cairo y vamos descubriendo los tesoros arquitectónicos del Cairo islámico medieval. Finalizamos nuestro paseo en la mezquita Hussein, donde está la tumba del nieto de Mahoma y a cuyo interior pasamos los hombres por un lado y las mujeres por otro.
Tras tomar un té en la plaza de Hussein, nos dirigimos en autobús a cenar al restaurante Atlantis, un barco-restaurante especializado en cocina local en una de las orillas del Nilo. Aunque la apariencia del restaurante y su ubicación son inmejorables, la experiencia deja mucho que desear, el servicio es lento, la comida es la misma que habíamos tomado al mediodía y encima los platos llegan fríos. No es un restaurante que nosotros recomendaríamos a otros viajeros. Finalizada la cena, regresamos al hotel y directos a la cama, ya que al día siguiente nos espera otra jornada intensa.